lunes, 6 de junio de 2011



Los vestidos recargados que ceñían el talle y llevaban muchos metros de género con faldas superpuestas hechos de telas muy finas y, por supuesto, caras. La mujer era una muñeca para ser admirada y el hombre miraba, miraba mucho, lo que se le permitía con tanto trapo. He aquí una característica de la época: las telas cubrían mucho menos el pecho y hasta empezaban a asomar algunos tobillos atrevidos, por lo que fue necesario mejorar la calidad de zapatos y medias. 


En 1913 se cambió el cuello alto por el cuello en “v”,  el cual fue muy criticado, lo veían como algo indecente y peligroso para la salud, por lo que apareció una blusa con un púdico triangulo abierto en el pecho que se adaptaba a la blusa. Para representar esta nueva tendencia, los vestidos se alejaron paulatinamente del decorado simplificando su confección. El traje de dos piezas, denominado "traje sastre", era lo más adecuado para los nuevos tiempos. Los cuellos altos dieron paso al escote en "V" y las faldas se acortaron levemente.
Otra característica de esta época viene definida por la importancia del traje sastre, ya que muchas  mujeres comenzaban a buscarse la vida como institutrices, secretarias. Los hombres iban con sombrero de copa, el traje de calle estaba formado por el lounge suit, con un sombrero en forma de hongo.

Cuando el diseñador francés Paul Poiret hizo sus primeros diseños para los vestidos sueltos, elegante, con cintura alta y no por debajo de corsés en 1907, que buscaba en el Imperio francés en busca de inspiración. Afirmó que en estos vestidos de haber instigado la muerte del corsé, pero muchos antes que él ya había tomado el paso y el corsé ya era una moda pasajera. Reformador vestido había instado a la abolición del corsé desde mediados del siglo XIX. La tendencia hacia el perdedor vestido saltó el Atlántico y las mujeres americanas adoptaron los estilos más nuevos, también. Sin embargo, matronas conservadores aún se aferraban a sus corsés durante un tiempo, por lo que las hermanas Tirocchi en los primeros años de su actividad continuó en el diseño y la caída de clientes encorsetada.

Cánones de belleza de la mujer


El cuerpo perfecto edaurdino tenía pechos rotundos, cintura de avispa, caderas marcadas y trasero prominente. El corsé en forma de “S”  sin asomo de ironía retrocedía la espina dorsal. Los pies se apretujaban en minúsculos zapatos, los sombreros hacían equilibrios sobre una mezcla de almohadillas, pelucas y  cabello humano. La anatomía femenina se mantenía rutinariamente en un Angulo de 33 grados. Fue el único momento  fue el único momento de este siglo en el que los cuerpos estuvieron encorsetaros uniformemente. En 1900 las mangas se habían desinflado. Durante  la belle Epoque, la moda se dividía en dos formas: las que llevaban corsés y las que no. Las ultimas eran librepensadoras y estetas que abrazaron los principios de Arts and Crafts y aspiraban a líneas imperio universal  

Las clases medias adquirirán numerosas piezas y complementos de vestir. Arropado por todo ello se desarrolló una estricta etiqueta social con relación al atuendo, las señoras debían cambiarse de ropa siete u ocho veces al día para seguir los dictados de la sociedad. Los siguientes términos, aplicados a los vestidos, son indicativos de las ocasiones en que éstos se utilizaban: vestido de mañana, vestido de tarde, vestido de visita, vestido de noche (para el teatro), vestido de baile, vestido de etiqueta, vestido de casa, y por último, ropa de dormir.
Una época en donde los cánones de belleza imponían ciertas características para parecer mujeres ideales. Así muchas mujeres para lograr este ideal llegaban a poner en riesgo su salud.
No estaba bien visto lucir la piel morena, (ya que así lucia la clase trabajadora luego de pasar largas jornadas a la luz del sol) por este motivo utilizaban sustancias muy peligrosas para blanquear la piel que contenían plomo o arsénico. Llegaban a marcarse aun más el color de las venas para que no se dude de su delicadeza cutánea.



Para afinar la cintura, las mujeres de la época llagaban a estrechar su figura con ajustadísimos corsés que llegaban a deformar los órganos internos, y en algunos casos hasta provocar la muerte.

Las feministas fueron las primeras que consiguieron que se aceptara el maquillaje de color. Las actrices, que acostumbraban a maquillarse en escena, comenzaron a lucir color fuera del ambiente teatral. De esta forma muchas mujeres poco a poco se atrevían a mostrarse con colorete, rímel y a teñirse el cabello con henna.

La Evolución de La Ropa Interior. Entre el siglo XIX y el XX


En la moda fue notorio este periodo; los vestidos almidonados y con enagua de crinolina (falda circular con seis aros de acero flexible que abultaban el vestido) eran los que marcaban la pauta. Este pesado armatoste, obligó a los modistos a inventar algo más cómodo pero siempre dentro de los cánones de mujer pomposa, semejando a una muñeca de porcelana. Fue entonces como a principios del 1900 se formó el ideal de la "Chica Gibson", un personaje de caricatura que representaba el ideal femenino para aquel entonces y que se convirtió en toda un guía de vida. Su creador era por supuesto un hombre, el que atribuía a esta belleza los valores y costumbres que los caballeros consideraban adecuadas para una dama. Éstas debían ser de pecho erguido, caderas anchas y nalgas sobresalientes, además de sumisas y obedientes. Poco después nació la mujer con forma de "S", las que ajustaron la falda para resaltar la figura, los peinados se subieron sobre la cabeza y los sombreros se adornaban con plumas. Los corsés se reconvirtieron en nuevos modelos con dispositivos e inventos novedosos, muchos de los cuales fueron patentados. Los aceros y los muelles hicieron posible esta nueva y amplia selección de miriñaques y polisones, haciendo su aparición en la ropa interior y desplazando a los habituales soportes de tela, crin de caballo, ballena, bambú y Roatán. La invención de los objetos de acero en 1929 hizo que los corsés fueran realmente eficaces para moldear la silueta femenina. Las mujeres los siguieron considerando la prenda interior imprescindible hasta principios del Siglo XX.
 Para este momento comienza a nacer un nuevo ideal de mujer, que fue creado por ellas mismas y no por hombres. La nueva imagen era la de una mujer trabajadora, que luchaba por obtener el derecho a voto y que se inmiscuía en los asuntos que hasta entonces eran privilegio de los hombres. Esta nueva tendencia era representada por vestidos que se alejaron gradualmente del decorado haciendo mucho más simple su confección. El traje de dos piezas, denominado "traje sastre", era lo más apropiado para los nuevos tiempos. Como ya hemos nombrado anteriormente, es con Charles Worth cuando se inicia la moda, o al menos la moda tal y como la conocemos hoy en día. Sin embargo, esta moda se fundamenta en la aparición del concepto de la higiene, a finales del siglo XIX. Es en este siglo, en este momento, cuando cae el poderoso Ansíen Régimen, cuando la Burguesía se hace con el poder, cuando se destrona a la Aristocracia, cuando se inicia el vestido, cuando comienza la Belle Époque. Esta distinguida época se caracterizó por su rescate de la singularidad, del estilo aristocrático, su distinción y diferenciación, que habían sido anulados por el academicismo burgués. Esta nueva singularidad viene de la mano de influencias artísticas tales como la música, la pintura, y el arte, las cuales, combinadas, dieron un resultado asombroso. Tal vez podríamos así llamarla. Belleza despojada de encorsetamiento, estilo suelto, colorido, sensual...la moda de las cocottes.

 Peinados de 1900- 1910

El cabello  ha sido a lo largo de los siglos, un arma de seducción femenina; por este motivo antes y ahora se le ha dedicado tiempo y esmero, las mujeres sabemos muy bien que al representar el marco de la cara, requiere además de cuidados, adquirir la forma que mejor nos favorezca. Incluso hay como un código secreto por el cual de acuerdo a la ocasión, el sitio y la hora del día, es más adecuado llevarlo de una manera o de otra manera
Hasta la moda ha escrito largos tratados acerca de los peinados, y las tendencias de la misma marcan las distintas temporadas. Hoy os comparto el estilo de principios de 1900, una delicia que merece recordarse.

Chica Gibson

Con la modernidad surgen nuevas siluetas. A principio del siglo XX las chicas Gibson invaden el panorama estético de mediados de siglo con sus caderas anchas, pecho erguido y piernas gruesas.  Hasta entonces se imponía un modelo general de gordura, con modificaciones concretas hasta que llegaron los años 50-60. Fueron quizás las consecuencias de la guerra lo que hizo minar la figura humana, que poco a poco se fue consolidando gracias al cine de Hollywood durante los años 30, 40 y 50, donde las actrices aparecían delgadas. Ya entrados los 60 con la fama de la modelo Twiggy se impuso el modelo excesivamente delgado y andrógino y se perdieron así las curvas del pasado.











La silueta femenina empezó a modificarse ligeramente en 1908. El busto ya no se echaba para delante ni las caderas hacia atrás. Las blusas flojas que caían por encima de la cintura tampoco se llevaban,  el vestido al modo “imperio” que tenía muy poco que ver con la moda de Napoleón I, hacía que las caderas pareciesen más estrechas,
Las alas de los sombreros, al ensancharse, contribuyeron a que las caderas pareciesen más estrechas todavía.

Moda Masculina


A fines del siglo XIX y principios del siglo XX la moda masculina se hizo muy sobria en los países de Europa occidental y de América. La vestimenta masculina y femenina de las clases altas era semejante, y los modelos básicos eran creados en París. El traje masculino constaba de tres piezas: chaqueta larga con cuello y solapa: el chaleco, por lo general de la misma tela o de gamuza, y pantalón con dobladillo hacia afuera. La camisa era generalmente de seda blanca, lisa, con cuello duro y se usaba con una corbata fina o un lazo.
El sombrero de fieltro tenía alas anchas levantadas en los bordes. Completaban el atuendo guantes de cuero y bastón con mangas de diversas formas y materiales. El cabello se usaba corto, y los bigotes eran grandes e inclinados hacia arriba.
Los hombres, en ocasiones que requerían etiqueta, iban con sombreros de copa y redingote, pero el traje de calle estaba de formado por el longue suit, con un sombrero de hongo  u “Homburg”, que cada vez más incluso en el West de  London.
Los sombreros de paja gozaban de una enorme popularidad y se llevaban a veces con pantalones de montar. Los pantalones solían ser bastantes cortos y muy estrechos y los joven empezaron a llevarlos con vuelta abajo y las rayas marcadas. Cuellos de lino almidonado y muy altos, a veces llegaban hasta la barbillas y no era sino un eco de los cuellos emballenados de los vestidos  femeninos.


La evolución de la ropa 

A comienzos del siglo XX la moda empezó a crear nuevas tendencias acordes con el inicio de un nuevo siglo. Se impuso la silueta en forma de S, la cual se lograba con un corsé bastante entallado que empujaba el busto hacia arriba y hacía la cintura mucho más estrecha, lo que hacía difícil respirar a las damiselas de la época.
Las faldas eran ajustadas en las caderas y se iban ensanchando en forma de campana hasta llegar al suelo. También durante esta época nacieron los trajes sastre y los vestidos de corte con cierta influencia masculina para las mujeres que ya empezaban a insertarse en el mundo laboral de esos tiempos. 
A partir de 1908, se produjo un cambio fundamental en el atuendo femenino. Una de las razones por lo que sucedió fue por los ballets Rusos y Paul Poiret, jugaron un papel importante en este cambio. Lo que sí que fue evidente es que hubo una ola de orientalismo, seguida de un extraordinario entusiasmo por la representación de Schéhérazade, cuyos trajes fueron diseñados por León Bakst. Los colores eran llamativos, incluso chillones, y la sociedad los adoptó con entusiasmo, abandonando los antiguos rosas pálidos, y los desvanecidos malvas.  Los rígidos corpiños, y las faldas acampanadas fueron remplazadas, por una ropa más suave. Las faldas se hicieron más estrechas que dieron paso a las faldas trabadas que hacían difícil hacer dar pasos de más de dos o tres pulgadas. Para evitar que las mujeres diesen  pasos más largos y rasgasen la falda,  se llevaba a veces grilletes de trencillas parece que todas las mujeres y esto ocurría en el mismo año de las manifestaciones sufragistas estuviesen dedicadas aparecer esclavas en un herén oriental. Algunas mujeres llegaron incluso a llevar pequeños pantalones “harén” que asomaban por debajo del dobladillo de la falda. 







En 1910 se produjo un cambio rotundo en la moda, influenciado por el "Ballet Ruso" que recorría los escenarios europeos. Los colores llamativos y la onda oriental, reemplazaron a la hegemonía en tonos pastel y las faldas largas. 

Los colores de la indumentaria reflejaban aquellos que tenían para gastar. Todo eran suaves tonos pasteles, en rosa, azul pálido o malva; o negro con pequeñas lentejuelas cosidas por todas partes. Los tejidos preferidos eran el chiffon, la museline de soie y el tul. Muchos vestidos de satén se  bordaban con dibujos de flores en pequeños grupos de cintas o pintadas a mano.
Las blusas empezaron a tener hechura muy complicadas y se adornaban con pliegues y añadidos, el bolero era muy popular, así como se llamaba corpiño Eton, una prenda que era como las chaquetas de los muchachos de eton “mangas globo” de los 90 estaban ya desfasadas, ahora se ajustaban en general en la muñeca y eran bastantes largas, tapando media mano.
Otra característica de este periodo viene definida por la importancia que adquiere el traje sastre. Muchas mujeres de clases media, se estaba empezando a ganando la vida como institutrices, secretarias y dependienta y hubiera sido imposible para ellas llevar a cabo sus actividades vestidas con los complicados trajes de fiesta que hemos descrito antes. Incluso las mujeres ricas llevaban trajes- sastres  en el campo o de viaje.




Moda Femenina


Durante el periodo de la “Belle Epoque” en Europa (1870-1914), caracterizado por la elegancia el refinamiento y el optimismo, los patrones que regían la moda eran estéticos, siendo secundarios la comodidad y el bienestar físico de la mujer. El ideal de belleza femenino debía ser de pecho erguido y abundante, caderas anchas, cintura muy afinada y nalgas exageradas. Así surgieron las mujeres con forma de “S”, que ajustaron las faldas, recogieron el pelo sobre la cabeza, con complicados peinados y adornaron sus enormes sombreros con plumas, haciendo además juego con la estética modernista.
Así surgieron las mujeres con forma de “S”, que ajustaron las faldas, recogieron el pelo sobre la cabeza, con complicados peinados y adornaron sus enormes sombreros con plumas, haciendo además juego con la estética modernista. Las mujeres necesitan vestidos de moda por la mañana, vestido de tarde, vestido de noche. Rituales sociales, especialmente la costumbre de visitar formal, dictada el uso de cada uno de estos vestidos o trajes.
A finales de este periodo comienza a aparecer un nuevo tipo de mujer, por primera vez creado por ellas mismas. Una mujer independiente, que luchaba por el voto y por entrar en el mercado laboral. Para ellas la vestimenta se fue simplificando y la excesiva ornamentación, dando lugar al traje sastre de dos piezas,  escote en “v”, se acorto la largura de la falda,  más adecuado a las nuevas necesidades.